Por: Laura Oviedo Castrillón
Antropóloga
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La piel estaba erizada por el frío. Estábamos sobre la Avenida Las Palmas, un poco más arriba del segundo Mirador, al lado izquierdo The New School. Los niños y las niñas de la Institución Educativa Francisco José de Caldas descendían del bus. Varias maletas en el suelo, unos pescados en la basura, algunos chicos con mareo y otros expectantes de lo que pasaría.
Las nubes descendieron tanto que la ciudad no se lograba ver. Los niños indígenas sonreían señalando la silueta de algunos edificios. Los anfitriones los miraban y decían hola, o movían las manos mientras otros cargaban dos letreros para saludar en lengua Tikuna: Numae y Numaguu. Solanlly a punto de llorar.
Los pequeños visitantes son integrantes de los grupos indígenas: Tikuna, muina y murui (mal llamados Huitoto), muinane y Yucuna. Estaban tranquilos, se acomodaron para la foto, sostenían adelante la bandera del Amazonas y de la institución educativa que representaban.
Esta comunidad educativa se destaca por el orgullo y compromiso para mantener sus costumbres culturales y lengua, a pesar del contacto con el reggaetón, como lo afirma Yorley, habitante del pueblo Cocama y rector de la institución. El colegio cuenta con 720 estudiantes en primaria y bachillerato y tiene a su cargo tres sedes alternas: en el km 11, en San Sebastián y en San Antonio de los Lagos.
The New School tiene en su plan de estudios una propuesta académica que incluye salidas pedagógicas a tres lugares: Bogotá, Inglaterra y Leticia. El viaje al Amazonas fue el momento cuando la Jefe del Departamento de Español, Luz Marina Cuervo se encontró con Solanlly Alfonso, profesora de matemáticas y empezaron a organizar este evento para el intercambio de saberes.
Solanlly Alfonso, explica que está aprendiendo algo de las diversas lenguas habladas por esta comunidad indígena para trabajar el tema de los ángulos. La docente invita a los sabedores o abuelos a contar historias, por ejemplo de la Maloca y los relatos sirven como estrategias para el aprendizaje. Esta maestra señala de qué manera para construir esta estructura se necesitan aberturas, ángulos y medidas.
La experiencia pedagógica desarrollada por The New School posibilita el desarrollo de un proyecto educativo propio que permite trabajar con las y los indígenas sobre la importancia de conservar su lengua y compartirla, pues muchos se avergüenzan por ser descendientes directos de los pueblos ancestrales.
La primera presentación de danza fue para bachillerato. Los estudiantes de once que estaban en primera fila empezaron a mirarse y sonrojarse cuando algunas niñas en medio de la danza los incluyeron en sus coordinados y continuos movimientos. Las niñas y niños de primaria, en cambio, querían estar en el escenario y participar. El momento parecía caótico, pero poco a poco se iba ordenando al ritmo de las indígenas.
Andrés y dos compañeros pintaban con huito, en las afueras del auditorio, a los líderes ambientales y a todos los que llegábamos. “Si eres buena persona o si la fruta te quiere se te queda en la piel, máximo 20 días” aclaraban. No dependía ni del trazo, ni de la fruta, sino de la relación entre el fruto de la tierra y nuestra energía.
La euforia se sentía, en el colegio algunos niños querían ser pintados, otros estaban esperando el partido de fútbol y varios intentaban entender qué significaban los vestuarios; era la primera vez que se realizaba un evento como estos en el colegio.
Esta experiencia fue suficiente para crear la inquietud por esas tierras y seres desconocidos que tienen tanto conocimiento para compartir y quizás sea una motivación para estudiar además de Inglés, otras lenguas que no entenderán en Inglaterra posiblemente, pero sí nos permitirán comprender y respetar otras formas de vivir.
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